Fue un septiembre muy hermoso.
Todavía recuerdo el clima tan agradable que hacía al atardecer, la camisa de
lino blanco que rozaba mi piel bronceada por ese verano. Ese verano, como
asimilar aquel verano. Fue un mes tonto, todavía no empezaban las clases por lo
que mi mente estaba relajada. La gente estaba feliz, todos paseaban por las
calles. Las fiestas del barrio acompañaban al sentimiento colectivo. Esas
noches acompañadas de luces, amigos, una temperatura perfecta y un profundo
sentimiento.
No
sé en qué momento, ni cómo pero mis pulmones habían crecido, creo que ahora
entraba más oxígeno que antes. Mi respiración era más pausada y profunda. Mis
ojos se volvieron nobles, no eran capaces de ver maldad ninguna criatura
cercana. Mis actos me proporcionaban chorros de felicidad, daba igual salir a
caminar que ir a la ciudad que pasar la tarde en el murillo de la plaza de
atrás, solo vivir, eso, vivir, lo único que necesitaba para disfrutar de esa
sensación de aquel septiembre.
¿Frustración?
¿Qué es eso? Qué pronto el ser olvida lo que no quiere recordar.
Mis
palabras eran torpes, casi acompañaban a mi mente que no sabía explicar cómo
había llegado a ese momento. Tampoco me importaba, solo quería disfrutarlo, y
sobretodo, que no se acabara nunca. Sentí que esa iba a ser mi vida para
siempre. Fue tan encantador que echar la vista atrás era darme cuenta que viví vacío y que mi existencia no tenía
sentido. Pero ¿tenía sentido?, pues inmensamente ocupado en llenar el tiempo de
tareas y de darle a las emociones algún repunte de sensaciones no pude ni
pensar si había algo mejor, ya no había vuelta atrás, me negaba a volver al
vacío.
¿Influencia?
Dónde están los límites de cómo me dejé influenciar. ¿Parar una inspiración? Ni
loco. ¿Detener aquello que me hacía mejor persona? Para qué. Aquella personica vino para quedarse, yo le
dejé entrar y jamás me arrepentí. Pasaste a ser parte de mí en cuestión de
días, pero la sensación fue que siempre estuviste ahí. Me amaste, tu amor me
llegó a borbotones, tanto lo sentí que me sentí libre, libre de ser yo, libre
de dejar las máscaras.
Nunca
lo vi. ¿Te puedes creer? Eso sí que tiene mérito. Pero encontré la ranura por
dónde comunicarme con él. Esto está oculto para muchos, pero yo lo encontré,
descubrí la forma y es algo maravilloso. Sé que algún día pasaré al otro lado
del mar, y descansaré, pero eso ya es otro cantar.
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